MALONE MUERE by Samuel Beckett

MALONE MUERE by Samuel Beckett

Author:Samuel Beckett
Language: es
Format: mobi
Published: 2009-03-28T23:00:00+00:00


[1]

Lo mejor del camino es el fin

Para mí y para ti

Para ti y para mí

Tuvo tiempo de componer diez o doce, más o menos de esta misma calidad, caracterizados sin excepción por la importancia dada al amor considerado como una especie de aglutinante mortal, idea que se encuentra con frecuencia en los textos místicos. Resulta extraordinario que Macmann haya podido izarse, en tan poco tiempo y a partir de principios más bien dificultosos, hasta una concepción tan elevada. Y uno se queda pensativo, preguntándose qué habría podido hacer si hubiera entrado en contacto con la verdadera sexualidad a una edad menos avanzada.

Me pierdo. Ni una palabra.

Principios dificultosos en efecto, durante los cuales Moll le inspiraba una franca aversión. Sus labios particularmente le repugnaban, los mismos poco más o menos que algunos meses después habría de chupar gruñendo de placer, hasta el punto de que al verlos, no sólo cerraba los ojos, sino que se los cubría con las manos, para mayor seguridad. Fue ella, pues, quien por aquel entonces se deshizo en ardores insaciables, lo cual puede servir para explicar por qué, al final, pareció flaquear y necesitar estímulos a su vez. A menos que no se tratara sencillamente de una cuestión de salud. Lo que tampoco excluye la hipótesis de que Moll, considerando a partir de un momento dado que se había equivocado respecto a Macmann y que este no era lo que ella creía, haya querido poner punto final a sus relaciones, pero suavemente, para no alarmarlo. Desgraciadamente no se trata aquí de Moll, quien al fin y al cabo sólo es una hembra, sino de Macmann, ni tampoco del desenlace de sus relaciones, sino del comienzo. Lo referente al breve período de plenitud entre los dos alejados extremos, durante el cual entre el calor creciente de uno y el ya ligeramente en baja del otro se estableció una fugaz igualdad de temperatura, tampoco interesa ahora. Pues si hay que tener para no haber tenido y para no tener ya, nada nos obliga a hacer gala de ello. Pero demos la palabra a los hechos. He aquí el tono aproximado. Ejemplo. Un día, cuando Macmann empezaba a acostumbrarse a ser amado, sin responder aún como habría de hacerlo más tarde, separó el rostro de Moll del suyo con la excusa de examinar sus pendientes. Pero como ella se dispuso a volver a la carga, él la detuvo de nuevo, preguntándole al azar: “¿Por qué dos Cristos?”, con aire de creer que con uno ya era suficiente. Pregunta a la que ella dio una respuesta absurda: “¿Por qué dos orejas?” Pero se hizo perdonar al cabo de un instante, diciendo, con una sonrisa (sonreía por naderías): “Son los ladrones; Cristo está en la boca.” Separó entonces las mandíbulas y llevándose el labio entre el pulgar y el índice hacia la barbilla descubrió, rompiendo la monotonía de las encías, un colmillo largo, amarillo y sumamente descascarillado, tallado probablemente con una fresa para representar el célebre sacrificio. “Me lo cepillo cinco veces por día —dijo—, una por herida.



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